lunes, 21 de mayo de 2007

Cruzadas por la música electrónica

Ahora que mi vida pasa por un leve desencantamiento de la cultura de club (supongo que esto me durará poco más de 3 semanas) he descubierto que lo de poner un -más que intuido- repertorio de vinilos y marchar con la música a otra parte no es una forma de vida tan generalizada en el mundo del Dj. Muy en la línea de los más que consolidados Daft Punk o The Chemical Brothers, el dúo francés Justice se corona ahora como el ángel de la guarda de la música electrónica. Ritmos contundentes que se compaginan con una puesta en escena de esas que escasean desde hace tiempo. Su excitante energía detrás de la mesa de mezclas se traduce en éxito seguro en la pista de baile de cualquier ciudad del mundo. Su último trabajo se llama D.A.N.C.E y en su expediente cuentan con colaboraciones con gente como Franz Ferdinand, Fatboy Slim o Britney Spears, además de exitosos paseos por importantes festivales de medio mundo y temazos "revientapistas" como We are your friends o Waters of Nazareth. Virguerías con los platos que no dejan indiferente a nadie, no hay más que verlo… Por cierto, acojonante el rollito de las cruces…





Sin palabras ¿no? Así me quedé yo cuando mi buen amigo Mitay (también buen partido- ¡¡atentas las féminas!!) me narraba con estas imágenes su último sábado noche por Madrid…
Los que quieran verlos en vivo y en directo tienen dos fechas a marcar en su calendario lúdico-festivo: estarán el 31 de mayo en el Primavera Sound y el 15 de junio en el Sonar.

viernes, 18 de mayo de 2007

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”

“Pensar que no te tengo. Sentir que te he perdido.” “…A lo lejos alguien canta, a lo lejos.” Pero ya no me atrapas como antes… y me susurras Si yo fuera tu vampiro… Ojalá volvieras a desearme Felices Sueños como solías. Cuando te estudiaba a fondo, cuando me temblaba la voz al fundirla con la tuya y gritaba a medio mundo que el rock estaba muerto. En mi habitación residían escalofríos en tonos grises que me hacían verte en todas partes. Rezaba en tus acordes y mi felicidad se columpiaba en cada una de tus letras. Anoche, mientras te buscaba, me pareció ver una sombra de lo que eras…

Grandeza inconcebible de una estrella. Esperaba saber de ti como la amante que mira el reloj infatigable y se le hienden los labios anhelando un beso de su amado. Pocas sensaciones fueron tan excitantes como verte. Pocos acordes me resucitaron de la forma que los vuestros lo hacían. Para muchos mero espectáculo, simple producto de marketing rápido; para otros auténtica filosofía de vida e inteligencia mayúscula. A muchos nos enganchaste de forma tan superflua, tanto que a tu lado el éxtasis líquido guardaba la apariencia de un osito de peluche recostado sobre un cojín de adolescente. Mi querido Reverendo, nuestros ojos te miraban con la admiración de los más fieles discípulos y ante tus estrambóticas fechorías nuestra boca se vestía de sonrisa pícara, como la de la madre cómplice que contempla las trastadas de su pequeño. Creo que pocas veces el rock llegó a ser tan divertido. Música perfectamente transformable en terca obsesión.

Una obcecación que me hace anhelar “aquellos maravillosos años” en los que el Anticristo Superstar pisó la tierra y conmocionó a medio mundo. Desde el Lest we forget he pasado horas de sedentarismo a la sombra de aquel valle de la muerte. La carpeta “Música Marilyn Manson” que luce preciosa en el escritorio de mi ordenador me ha trasladado durante todo este tiempo al preciado alfa. El omega (aunque sea temporal) me habla de una historia de amor que se me antoja melancólica. Se acabó la pasión del Mechanical Animals y lejos quedan aquellas imágenes donde el polvo blanco se esnifaba sobre una biblia. Los paseos por el embarcadero del odio se han transformado en los loores al amor. Y me huelen a nostalgia aquellos vídeos sobre extraterrestres que llegan a la tierra, pasajes de la biblia, torniquetes paranoicos y extravagantes ángeles con alas encostradas.

La crítica y burla en la propia cara de la religión o a la sociedad estadounidense, las letras en defensa del aborto, los escándalos sexuales en el escenario… se ven ya desde este nuevo álbum (Eat me, drink me) como en el horizonte lejano de una grandiosa banda de la que aún queda una espectacular migaja -a la que, he de confesar, nunca me resistiré a idolatrar- pero que no consigue llenar los estómagos hambrientos de la música de antaño.


Pasen y vean... En los vídeos de abajo aparece, en primer lugar y con uno de esos temas inmejorables -"Coma White"- la gloriosa época de Twiggy Ramírez, cuya labor se echa de menos desde su despedida. A continuación, el último vídeo de Marilyn Manson (primer single de Eat me, drink me), que después de cambios continuos en la plantilla, conserva el nombre del grupo y a uno de los integrantes de entonces. La simple provocación de uno y otro… nada que ver. El nuevo ("Heart Shaped Glasses") sólo podréis verlo los mayores de 18 años, así que ojito,eh?que la policía no es tonta...





miércoles, 16 de mayo de 2007

Elecciones anuales ¡YA!

Más de uno se preguntaba este fin de semana desde cuándo existían las “Fiestas Patronales en Honor a San Isidro” en nuestra ciudad. Cada cual solía interpretar esta festividad según le viniera en gana, sin conocer la causa de ese día marcado en rojo en el calendario vallisoletano; pero este año las cosas no se podían hacer tan “a la gornú”, (que dirían los “chanantes”) sino que nuestra ciudad contaba este largo fin de semana con una agenda de eventos (ahora sí que sí) de lo más disparatado. Si el sábado la plaza mayor pucelana se ataviaba con vestido de cola, peineta y olía a “tomatismo”, el domingo nuestro querido “Fachadolid” despistaba a media España dejándose arropar por la inconfundible voz del icono gay por excelencia. Alaska y Nacho Canut fueron los encargados de afrontar la resaca “pantojista” del día anterior y no pudieron quitarnos mejor el dolor de cabeza… El escenario de la plaza mayor mutó como si se tratara de uno de aquellos extraterrestres humanoides de “V” y en primera línea de pista transformó las zapatillas “de estar por casa” en “bailarinas” de todos los colores posibles, trocó los jerséis de punto por chaquetas repletas de chapas “modo popi” y prefirió las gafas de pasta a juego con las zapatillas antes que los “anteojos pa’ ver de lejos”. El taconeo de la tonadillera nada tuvo que decir al lado de los bailes de las siempre impresionantes “Nancys Rubias” que no pudieron llevar con más destreza ese calzado de plataformas imposibles que que a mí, personalmente, me hacía mirar con desprecio mis -hasta entonces preciosos- zapatitos rojos y planos de charol.

Concierto a modo de trilogía con su parte blanca, su parte negra y su punto y final con una Alaska impresionante vestida de rojo. Su aparición con guitarra blanca incluida hizo vibrar hasta los mástiles de las banderas que en el balcón del ayuntamiento lucían, alumbradas por los focos, un look atractivamente “glam”. Después de deleitarnos con una buena dosis de su “Extraño Viaje” los contundentes ritmos electrónicos más bailables de la carrera de Olvido Gara y Nacho Canut hicieron moverse hasta a los más despistados. Los movimientos de caderas de las Nancys Miss Topacio y Miss Andy también nos hicieron reflexionar sobre la ridiculez… en esta ocasión de nuestros movimientos de piernas que de vez en cuando se salpicaban por “calimocho” de “cahis” propios y ajenos. Daba igual, sólo importaba que Alaska se diera cuenta de que su siempre espectacular voz grave no iba a cantar sola esa noche… precisamente con tonos agudos que no entendían de sexualidad se topó la madrileña. Ambigüedad en la sala que al aire libre y como haciendo una burla a la fama que siempre acompaña a nuestra capital, dejaba ver besos que no entendían de género ni de parejas tradicionales. La suma de la libertad que perfumaba el ambiente y la fuerza que transmitía cada movimiento de una de las mujeres con las ideas más claras y los “ovarios” mejor puestos de nuestro país, daba lugar a un efecto de bienestar que ya quisieran algunas drogas. Creo que no fui la única que liberó endorfinas sólo con verla bailar y más teniendo en cuenta que los empujones que me venían por la derecha procedían de una de mis camaradas y a la vez una de sus incondicionales más severas. Su seguridad en el escenario consiguió ponerme la piel de gallina antes de que lo hiciera el alcohol. Por momentos, pude asemejar los golpes de teclado de su música con los de los últimos álbumes de Marilyn Manson y los movimientos de las Nancys con los de las cabareteras que acompañaron al mítico grupo de rock en su gira con “The Golden Age of Grotesque”. La vuelta a casa fue muy parecida a la de siempre, sin comentarios… Pero a lo largo de la noche hubo una frase que escuché en repetidas ocasiones de mi boca y la de mis compañeras (que este fin de semana caminábamos con cierto aire amazónico y más después del concierto): Elecciones anuales, cuatrimestrales o mensuales ¡YA! Prometemos soportar las insufribles campañas electorales siempre que la recompensa sean sensaciones así. ¡Viva San Isidrooo!

jueves, 10 de mayo de 2007

Cuando la ciudad se convierte en una pista de baile

Imagina que un día despiertas y tu ciudad se ha convertido en una cancha de baloncesto de 90 kilómetros de largo x 9 de ancho. Cuando el deporte no conoce barreras encuentra nuevos espacios de juego donde el movimiento no tiene fin. La ciudad no asume límites y ellos tampoco. Son atletas de la calle que encuentran en el mobiliario de su ciudad todo lo que necesitan para disfrutar de un nuevo concepto del deporte. Una nueva forma de concebir aquella ‘urbe’ que en su nacimiento jamás hubiera imaginado que llegaría a ser la madre de los deportes alternativos de nuestro tiempo.

‘Skaters’, ‘rollers’, ‘bikers’ y ‘tracerus’ invaden un territorio cuyos habitantes aún no se habitúan a sus ‘extravagancias’. La calle les atrapa y su mente dibuja recorridos a su antojo. Donde el resto de los mortales ven una larga caminata u horas de atasco ellos encuentran rutas trepidantes, nuevas formas de desplazamiento que hacen de la ciudad un campo de juego.


Pero detrás de esta forma de hacer deporte existe una filosofía, una forma de vida que ayuda a quienes lo practican a enfrentarse a los problemas del día a día. Muchos lo engloban dentro de la cultura urbana. Y es que monopatines, bmx y patines en línea siempre han deslizado sus ruedas por la ciudad a ritmo de música rap y graffitis.


La mayoría de estos deportes nacieron en la segunda mitad del siglo XX y ya no son tan ‘underground’ como hace un par de décadas. Ahora los vecinos ya no se sorprenden al escuchar el ruido de un monopatín, sino que temen más al golpe sobre el asfalto de unos playeros que llegan desde una barandilla de siete metros. Se trata del ‘parkour’ o ‘arte del desplazamiento’, una nueva disciplina que se ha subido al carro del arte urbano, pero a diferencia de sus camaradas no lleva ruedas, con el movimiento corporal se conforma y no conoce más competición que la de superarse a uno mismo. Marcas deportivas como ‘Nike’ se decidieron a dar un impulso al ‘parkour’ hasta hacerle caer del anonimato. Los medios de comunicación se han hecho eco de las últimas tendencias y cada vez son más las ciudades que albergan más ‘traceurs’ o adictos a esta nueva disciplina.

Aparte de deportes nuevos como el ‘parkour’, la cultura urbana ve nacer otros que se fusionan o evolucionan con los años. Es el caso del ‘freeboard’, que no es más que el resultado de una noche de locura entre el ‘skate’ y el ‘snowboard’.


Con la ciudad por delante

No hay obstáculos, no hay trabas; ni siquiera hay frenos. La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, pero cada ‘traceur’ puede diseñar el segmento con el color de ‘rotring’ que quiera y del grosor que le plazca. “Donde la gente ve un simple camino, nosotros vemos una infinidad de posibilidades de llegar al otro punto”, explica el ‘traceur’ Alex Hernández Bueno, de 19 años (Pamplona). Los acólitos de esta disciplina ven detrás de ella toda una filosofía de vida, una forma de afrontar los problemas; para Alex “el ‘parkour’ ayuda a quien lo practica a saltar los obstáculos de la vida como si fueran las fuentes o los bancos de un parque”.


Pero desde su nacimiento a finales de los 80, con los franceses David Belle y Sebastien Foucan como padres y la filosofía asiática como fuente de inspiración, este deporte ha tenido sus ‘hinchas’ y sus detractores. En ciudades como Barcelona, Málaga o Madrid el ‘parkour’ va ganando adeptos día a día, aunque ellos saben que no todo el mundo entiende lo que hacen. “Mucha gente cree que por donde pasa un ‘traceur’ no vuelve a crecer la hierba, nos ven como simples gamberros; pero nosotros nunca destrozamos el mobiliario urbano, nos limitamos a jugar con él, a veces la gracia está en no tocarlo, simplemente sobrevolarlo” explica Jordi Rivas Carpio, de 20 años (Barcelona).

A ellos, los ‘trazalíneas’, no les gustaría ver el ‘parkour’ masificado de igual manera que el fútbol, pero luchan por el respeto de quien les mira. Este ‘arte del desplazamiento’, según los que lo practican, “aporta calidad de vida y te da una visión del mundo diferente a la que pueden tener los demás”, afirma Álex. “El ‘parkour’ me hace entender que no todo es lo que marca la ley, tampoco la infringimos, pero me transmite que yo mismo puedo sobrevolar mis propios límites”.

Muchos de los que ahora practican esta disciplina, se enteraron de su existencia gracias a los medios de comunicación. Tanto ellos como la industria del deporte han enganchado a los más intrépidos a un nuevo episodio de ‘cultura urbana’. Para ellos, la publicidad “explota algo que le aporta grandes beneficios, pero gracias a ella, el ‘parkour’ va entrenándose para dar el salto a la fama”. Los ‘traceurs’ son conscientes de que es un deporte arriesgado, que exige de una instrucción y una dedicación continua. “Me gusta quedarme quieto, observar lo que hacen los demás y después atravesar el mismo camino a mi manera”, explica Jordi..

Escalar, trepar, abrazar los elementos del camino... Todo vale. Por eso, en muchas ocasiones el ‘parkour’ se confunde con el ‘free running’, incluso se llega a establecer como una misma disciplina con dos nombres. Pero los más puristas establecen una diferencia primordial: mientras el ‘parkour’ tiene prohibido retroceder, incluso para coger impulso, el ‘free running’ incorpora movimientos no progresivos, además de una mayor espectacularidad en las figuras.


La magia del asfalto

La melodía de unas ruedas acariciando el escabroso tacto del asfalto suena cada vez más atractiva a oídos de los jóvenes de nuestro tiempo. La cultura urbana les ha encandilado y juega con ellos a hacerse notar. El monopatín, la bmx o los patines en línea siguen cautivando a las nuevas generaciones, que aunque admiran a sus mayores, guardan diferencias con la forma de practicar estos deportes. “Ahora se lleva más la calle; a nosotros nos iban más las rampas” explica el ‘roller’ vallisoletano Jimmy G.B de 25 años.”La combinación de patines en línea y barandillas o bordillos es mucho más aclamada ahora, por los más pequeños. Son chavales de 14 o 15 años que vieron en nuestra forma de hacer deporte una nueva manera de enfrentarse a la calle”.

Al igual que el ‘parkour’, tanto ‘rollers’ como ‘bikers’ y ‘skaters’ llevan una filosofía de vida pegada a sus anchas playeras. “Ser ‘roller’ siempre ha implicado algo de rebeldía, ahora está más masificado, ya no es lo que era hace siete u ocho años. Pero sigue poniendo a prueba la ‘adaptación de la especie’: debes amoldarte a las posibilidades que te ofrece tu ciudad para patinar en ella y aprovecharlas al máximo”.

Si hay algo que hace atractivos los deportes urbanos es el riesgo que se asume al practicarlos. No sería la primera vez ni la última que un policía multara a un ‘skater’ por atravesar la ciudad en monopatín. Pero al margen de palabras malsonantes, encontramos la adrenalina que siempre acompaña a estos deportes. “Creo que subirte a una bmx para sortear obstáculos es una de las mejores aventuras que se pueden llevar a cabo en la ciudad” comenta el ‘biker’ Rodrigo Álvarez, de 13 años. “Cualquier día es bueno para proponerte una meta y conseguirla. Cuando notas el control de tu bmx sientes que no hay nada que no puedas superar”.


Pero la visión de los deportes urbanos cambia de una etapa a otra. Mientras Jimmy recuerda que “lo mejor para los deportes de calle es que sus adeptos no hagan caso de lo que les digan mientras los practican”, Rodrigo comenta que “es bueno que la gente no termine de comprender lo que se siente al ir agarrado al manillar de una bmx”, para él “que la gente te vea como un ‘loco’ hace al deporte más atractivo”. Además, añade, “creo que la mayoría de la gente se impresiona al vernos, igual que yo me sigo impresionando al ver a los que llevan más tiempo en esto”. Y es que, aunque aún no se lleguen a pagar 500 millones de euros por un nuevo fichaje de ‘skateboard’, cada vez hay más festivales, encuentros y campeonatos de deportes urbanos. Las industrias deportivas, por ejemplo, van explotando las novedades del mercado de la calle hasta hacerse con el trozo más grande de tarta; algo que, como en todo, ayuda al impulso de las tendencias urbanas.


Detrás de las piruetas

Para asegurar ganancias en un festival o campeonato, se suelen aglomerar diferentes prácticas que congenien y que puedan llevarse bien en lo referido a vaciar el bolsillo de los participantes. De esta forma, el deporte urbano casi nunca acude sólo a la llamada del despilfarro. Son muchas las actividades que tienen encuentro en un mismo lugar: ‘piques’ de raperos, concursos de graffiti o conciertos de hip hop suelen ser los compañeros inseparables de esta rama del deporte.


Por mucho que algunos insistan en que no todos los ‘skaters’ escuchan rap, lo cierto es que todas estas disciplinas o formas de entender la vida tienen un marco común: la calle. “Para practicar cualquier deporte urbano tienes que tener contacto con la calle; da igual en lo que trabajes o lo que seas, pero debes conocer la calle y relacionarte con ella” afirma Jimmy. Y si conoces la calle y te relacionas con ella, no te queda más remedio que estrechar la mano al arte urbano: raperos, grafiteros, breakdancers... Ellos se reúnen en la calle y el mercado les junta. En la actualidad hay numerosos festivales donde se compaginan los campeonatos de bmx con los conciertos de hip hop y los concursos de graffiti, además de alguna que otra ‘vomitona’ por excesos con el alcohol o algún que otro mareo entre calada y calada.

Encuentros como el ‘Cultura Urbana’ o el ‘Zaragoza Ciudad’ hacen que el amor por la libertad, el afán de superación y ¿por qué no? algo de rebeldía aterricen directamente en el escenario, en el muro de un graffiti con olor a nuevo, en una imponente rampa a los pies de la playa o en la plaza de cualquier barrio.