Imagina que un día despiertas y tu ciudad se ha convertido en una cancha de baloncesto de 90 kilómetros de largo x 9 de ancho. Cuando el deporte no conoce barreras encuentra nuevos espacios de juego donde el movimiento no tiene fin. La ciudad no asume límites y ellos tampoco. Son atletas de la calle que encuentran en el mobiliario de su ciudad todo lo que necesitan para disfrutar de un nuevo concepto del deporte. Una nueva forma de concebir aquella ‘urbe’ que en su nacimiento jamás hubiera imaginado que llegaría a ser la madre de los deportes alternativos de nuestro tiempo. ‘Skaters’, ‘rollers’, ‘bikers’ y ‘tracerus’ invaden un territorio cuyos habitantes aún no se habitúan a sus ‘extravagancias’. La calle les atrapa y su mente dibuja recorridos a su antojo. Donde el resto de los mortales ven una larga caminata u horas de atasco ellos encuentran rutas trepidantes, nuevas formas de desplazamiento que hacen de la ciudad un campo de juego.
Pero detrás de esta forma de hacer deporte existe una filosofía, una forma de vida que ayuda a quienes lo practican a enfrentarse a los problemas del día a día. Muchos lo engloban dentro de la cultura urbana. Y es que monopatines, bmx y patines en línea siempre han deslizado sus ruedas por la ciudad a ritmo de música rap y graffitis.
La mayoría de estos deportes nacieron en la segunda mitad del siglo XX y ya no son tan ‘underground’ como hace un par de décadas. Ahora los vecinos ya no se sorprenden al escuchar el ruido de un monopatín, sino que temen más al golpe sobre el asfalto de unos playeros que llegan desde una barandilla de siete metros. Se trata del ‘parkour’ o ‘arte del desplazamiento’, una nueva disciplina que se ha subido al carro del arte urbano, pero a diferencia de sus camaradas no lleva ruedas, con el movimiento corporal se conforma y no conoce más competición que la de superarse a uno mismo. Marcas deportivas como ‘Nike’ se decidieron a dar un impulso al ‘parkour’ hasta hacerle caer del anonimato. Los medios de comunicación se han hecho eco de las últimas tendencias y cada vez son más las ciudades que albergan más ‘traceurs’ o adictos a esta nueva disciplina.
Aparte de deportes nuevos como el
‘parkour’, la cultura urbana ve nacer otros que se fusionan o evolucionan con los años. Es el caso del ‘freeboard’, que no es más que el resultado de una noche de locura entre el ‘skate’ y el ‘snowboard’.
Con la ciudad por delanteNo hay obstáculos, no hay trabas; ni siquiera hay frenos. La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, pero cada ‘traceur’ puede diseñar el segmento con el color de ‘rotring’ que quiera y del grosor que le plazca. “Donde la gente ve un simple camino, nosotros vemos una infinidad de posibilidades de llegar al otro punto”, explica el ‘traceur’ Alex Hernández Bueno, de 19 años (Pamplona). Los acólitos de esta disciplina ven detrás de ella toda una filosofía de vida, una forma de afrontar los problemas; para Alex “el ‘parkour’ ayuda a quien lo practica a saltar los obstáculos de la vida como si fueran las fuentes o los bancos de un parque”.
Pero desde su nacimiento a finales de los 80, con los franceses David Belle y Sebastien Foucan como padres y la filosofía asiática como fuente de inspiración, este deporte ha tenido sus ‘hinchas’ y sus detractores. En ciudades como Barcelona, Málaga o Madrid el ‘parkour’ va ganando adeptos día a día, aunque ellos saben que no todo el mundo entiende lo que hacen. “Mucha gente cree que por donde pasa un ‘traceur’ no vuelve a crecer la hierba, nos ven como simples gamberros; pero nosotros nunca destrozamos el mobiliario urbano, nos limitamos a jugar con él, a veces la gracia está en no tocarlo, simplemente sobrevolarlo” explica Jordi Rivas Carpio, de 20 años (Barcelona).
A ellos, los ‘trazalíneas’, no les gustaría ver el ‘parkour’ masificado de igual manera que el fútbol, pero luchan por el respeto de quien les mira. Este ‘arte del desplazamiento’, según los que lo practican, “aporta calidad de vida y te da una visión del mundo diferente a la que pueden tener los demás”, afirma Álex. “El ‘parkour’ me hace entender que no todo es lo que marca la ley, tampoco la infringimos, pero me transmite que yo mismo puedo sobrevolar mis propios límites”.
Muchos de los que ahora practican esta disciplina, se enteraron de su existencia gracias a los medios de comunicación. Tanto ellos como la industria del deporte han enganchado a los más intrépidos a un nuevo episodio de ‘cultura urbana’. Para ellos, la publicidad “explota algo que le aporta grandes beneficios, pero gracias a ella, el ‘parkour’ va entrenándose para dar el salto a la fama”. Los ‘traceurs’ son conscientes de que es un deporte arriesgado, que exige de una instrucción y una dedicación continua. “Me gusta quedarme quieto, observar lo que hacen los demás y después atravesar el mismo camino a mi manera”, explica Jordi..
Escalar, trepar, abrazar los elementos del camino... Todo vale. Por eso, en muchas ocasiones el ‘parkour’ se confunde con el ‘free running’, incluso se llega a establecer como una misma disciplina con dos nombres. Pero los más puristas establecen una diferencia primordial: mientras el ‘parkour’ tiene prohibido retroceder, incluso para coger impulso, el ‘free running’ incorpora movimientos no progresivos, además de una mayor espectacularidad en las figuras.
La magia del asfalto
La melodía de unas ruedas acariciando el escabroso tacto del asfalto suena cada vez más atractiva a oídos de los jóvenes de nuestro tiempo. La cultura urbana les ha encandilado y juega con ellos a hacerse notar. El monopatín, la bmx o los patines en línea siguen cautivando a las nuevas generaciones, que aunque admiran a sus mayores, guardan diferencias con la forma de practicar estos deportes. “Ahora se lleva más la calle; a nosotros nos iban más las rampas” explica el ‘roller’ vallisoletano Jimmy G.B de 25 años.”La combinación de patines en línea y barandillas o bordillos es mucho más aclamada ahora, por los más pequeños. Son chavales de 14 o 15 años que vieron en nuestra forma de hacer deporte una nueva manera de enfrentarse a la calle”.
Al igual que el ‘parkour’, tanto ‘rollers’ como ‘bikers’ y ‘skaters’ llevan una filosofía de vida pegada a sus anchas playeras. “Ser ‘roller’ siempre ha implicado algo de rebeldía, ahora está más masificado, ya no es lo que era hace siete u ocho años. Pero sigue poniendo a prueba la ‘adaptación de la especie’: debes amoldarte a las posibilidades que te ofrece tu ciudad para patinar en ella y aprovecharlas al máximo”.
Si hay algo que hace atractivos los deportes urbanos es el riesgo que se asume al practicarlos. No sería la primera vez ni la última que un policía multara a un ‘skater’ por atravesar la ciudad en monopatín. Pero al margen de palabras malsonantes, encontramos la adrenalina que siempre acompaña a estos deportes. “Creo que subirte a una bmx para sortear obstáculos es una de las mejores aventuras que se pueden llevar a cabo en la ciudad” comenta el ‘biker’ Rodrigo Álvarez, de 13 años. “Cualquier día es bueno para proponerte una meta y conseguirla. Cuando notas el control de tu bmx sientes que no hay nada que no puedas superar”.
Pero la visión de los deportes urbanos cambia de una etapa a otra. Mientras Jimmy recuerda que “lo mejor para los deportes de calle es que sus adeptos no hagan caso de lo que les digan mientras los practican”, Rodrigo comenta que “es bueno que la gente no termine de comprender lo que se siente al ir agarrado al manillar de una bmx”, para él “que la gente te vea como un ‘loco’ hace al deporte más atractivo”. Además, añade, “creo que la mayoría de la gente se impresiona al vernos, igual que yo me sigo impresionando al ver a los que llevan más tiempo en esto”. Y es que, aunque aún no se lleguen a pagar 500 millones de euros por un nuevo fichaje de ‘skateboard’, cada vez hay más festivales, encuentros y campeonatos de deportes urbanos. Las industrias deportivas, por ejemplo, van explotando las novedades del mercado de la calle hasta hacerse con el trozo más grande de tarta; algo que, como en todo, ayuda al impulso de las tendencias urbanas.
Detrás de las piruetas
Para asegurar ganancias en un festival o campeonato, se suelen aglomerar diferentes prácticas que congenien y que puedan llevarse bien en lo referido a vaciar el bolsillo de los participantes. De esta forma, el deporte urbano casi nunca acude sólo a la llamada del despilfarro. Son muchas las actividades que tienen encuentro en un mismo lugar: ‘piques’ de raperos, concursos de graffiti o conciertos de hip hop suelen ser los compañeros inseparables de esta rama del deporte.
Por mucho que algunos insistan en que no todos los ‘skaters’ escuchan rap, lo cierto es que todas estas disciplinas o formas de entender la vida tienen un marco común: la calle. “Para practicar cualquier deporte urbano tienes que tener contacto con la calle; da igual en lo que trabajes o lo que seas, pero debes conocer la calle y relacionarte con ella” afirma Jimmy. Y si conoces la calle y te relacionas con ella, no te queda más remedio que estrechar la mano al arte urbano: raperos, grafiteros, breakdancers... Ellos se reúnen en la calle y el mercado les junta. En la actualidad hay numerosos festivales donde se compaginan los campeonatos de bmx con los conciertos de hip hop y los concursos de graffiti, además de alguna que otra ‘vomitona’ por excesos con el alcohol o algún que otro mareo entre calada y calada.
Encuentros como el ‘Cultura Urbana’ o el ‘Zaragoza Ciudad’ hacen que el amor por la libertad, el afán de superación y ¿por qué no? algo de rebeldía aterricen directamente en el escenario, en el muro de un graffiti con olor a nuevo, en una imponente rampa a los pies de la playa o en la plaza de cualquier barrio.